lunes, 31 de octubre de 2011

EN LA COSTA DE CHUSPA A CABO CODERA


EN LA COSTA DE CHUSPA A CABO CODERA

El litoral que se extiende desde Cabo Codera hacia el Oeste, es peñascoso y acantilado, con una alborotada montaña que se encima sobre el mar. Pero en diversos lugares se abre la tierra en unos feraces valles, estrechos e irregulares y de poca extensión. Los cubre una frondosa vegetación, por ellos avenan corrientes de un agua cristalina que baja de la encumbrada montaña espaldera. Tales son entierras mirandinas los valles de Chirimena, Aricagua y Chuspa. Mas allá, hacia Occidente y en tierras del Distrito Federal, los de Caruao, La Sabana, Todasana, Oritapo, Osma, etc.
         En todos esos valles  y serranías vertientes había abundante población indígena al llegar los españoles. La conquista los diezmó y sólo quedaron en definitiva contadas y escasas parcialidades indígenas, sometidas a sus correspondientes encomenderos. Allí pronto funcionó la apropiación de tierras por vía de composición, y diversos dueños, a más de los encomenderos, se disputaron su dominio y comenzaron a realizar sus explotaciones agrícolas con mano de obra esclava.
      En Osma, por ejemplo en 1629 solicitaba esas tierras en composición el Capitán Juan Luis Arteaga, casado con Doña María de Vega y Ana de Vera. Alegaba en su petición que dichas tierras estaban casi despobladas, con apenas 4 familias indígenas, las cuales no se perjudicaban con la composición. Según le había firmado el Cacique Suxupara, el valle se llamaba antes Omaquao y era habitado por muchos indios, pero lo despoblaron por temor a los Caribes y sus incursiones.
      En esos Valles de la Costa de Chuspa, Aricagua, y Chirimena debieron hacerse también repartimientos indígenas en los tiempos iniciales de la fundación caraqueña, tales como los ya citados dados por Losada en la Costa Arriba y Píritu. De tales encomiendas sólo se conserva la huella documental de lo referente a Chuspa, en cambio, son más abundantes las noticias de los repartimientos mas cercanos a La Guaira.
    Los indios de Chuspa fueron encomendados en la Data general de Losada a Cristóbal Cobos, junto con otros de diversos lugares de esa Costa. Después pasaron a los Gámez y mas tarde el Capitán José Serrano Pimentel, por su enlace con Doña Francisca de Gámez. Estos indios fueron sacados de sus lugares de origen, y llevados a integrar otras encomiendas de sus dueños en La Guaira y Guarenas.
      En relación  anónima sobre las encomiendas de la Provincia, de mediados del siglo XVIII, se cita en la Costa de la Mar, jurisdicción de caracas, la de Chuspa. Pertenecía al Capitán José Serrano Pimentel y su mujer Doña Francisca de Gámez, para ese momento tenía 20 indios y rentaba 250 pesos de a ocho.
      Los indios encomenderos poseían también en la Costa dos encomiendas más, la Maiquetía con 60 indios y 3000 pesos de renta, y la del Valle y puertos de los Tusmanes con 40 indios y mil pesos de renta. Y en el Valle de los Guarenas tenían otra encomienda importante, con 80 indios y 2000 pesos de renta.
      Como se acostumbraba en ese tiempo, eran frecuentes los traslados e intercambios de indígenas  de un lugar a otro, entre las encomiendas de un mismo dueño, o aun simplemente a otras tierras que poseía el encomendero. Así por ejemplo, el caso de los indios de Capaya y Chuspa, ya relatados. O el de Don Francisco Arayrima, Cacique y principal de los indios de la encomienda del Alférez Don Juan del Corro, quien en 1648 se quejaba al Gobernador se  de haber sido desarraigados de sus lugares de origen y llevados a Antímano y Macarao. Según decía, ellos habían sido sacados por su encomendero de sus naturales de Chichiribichi y Naiguatá, en la Costa, en donde tenían en sus tierras y pesquería. Ahora tenían que recorrer 25 leguas o más, para llegar a Cabo Codera a buscar sal. Por todo lo cual solicitaban ser reintegrados a sus sitios de procedencia.
       Allá en Chuspa existía una Doctrina de indios, que para 1635 estaba regida por el Padre Nuño Tejera de Goise. En 29 de diciembre de ese año, el encomendero Antonio Gámez obtenía autorización oficial para separar su encomienda de la Doctrina e Iglesia de Chuspa, e integrarla a la de Guarenas.
       Los dichos Valles de Aricagua y Chuspa, ya despoblados de indígenas, fueron adquiridos en composición de por diversos propietarios y cultivados principalmente de cacao. En Aricagua, por ejemplo, el Capitán Cristóbal Quijano solicitaba en composición del Gobernador Núñez Meleán, en 1634, 24 fanegas de vegas y montañas bajas a orillas del río, a una banda y otra. Decía que Aricagua servía de centinela de la mar, pero que estaba despoblado y nunca había sido cultivado.  La Data le fue concedida en la forma solicitada, pero las tierras no estaban vacas, como había afirmado. En verdad, ya se habían concedido otras Datas anteriormente a Andrés de Sayas Berrío, Juan de Ascanio y otros, lo cual motivó diversos litigios entre los interesados.
      En 1636 Don Francisco de Sojo, Don Alonso Gámez, Don Domingo Barrios y Don Cristóbal Quijano, dueños de haciendas en Chuspa, Caruao y Aricagua, representaban al Obispo Juan López Agurto de la Mata solicitando asistencia espiritual para ellos y sus esclavitudes. En el Valle de Chuspa, decían, el Prelado había situado un Sacerdote que prestaba su Ministerio a la gente que allí tenía el capitán Antonio Gámez, Ibarra y Diego Lovera. Ellos se encontraban con ciertas labores de cacao y estaban fomentando otras plantaciones, por lo cual mantenían allí en forma permanente algunos esclavos y otra gente. Sojo tenía 8 esclavos negros de Angola; Gámez 5 esclavos y un Mayordomo; Barrios 4 esclavos, y Quijano 11 negros en Aricagua, junto al Valle de Erypa.
      El Obispo concedió la Capellanía solicitada, y agregó a su feligresía la gente de Doña María Cobos, viuda de Gabriel Quijano. La radicó en la Iglesia que ya existía en el Valle de Chuspa, designó para ejercer ese ministerio al Padre Nuño Tejera, Doctrinero de ese lugar, al cual asignó 62 pesos de cóngrua por cuatro meses de Doctrina a las dichas esclavitudes.

FUENTE: CASTILLO LARA, Lucas Guillermo, Apuntes para la Historia Colonial de Barlovento,  Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Nº 151, Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, Caracas, 1981, pp. 715

RECOPILACION: ADRIAN MONASTERIOS. CRONISTA  OFICIAL DEL MUNICIPIO BOLIVARIANO DE BRION.

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